Hasta hace unos años, lo habitual era que la madre se quedara con la custodia de los hijos. Actualmente, solicitar una custodia compartida es cada vez más común.
En este caso, la igualdad de condiciones y los deberes permite que los hijos convivan con ambos progenitores por igual. Lo cierto es que es una fórmula de garantizar el bienestar de los hijos, su educación y todo lo que conlleva para una vida más feliz en la familia.
Existen varios tipos de custodia compartida. Está la conjunta y la de carácter alterno, la decisión de elegir una u otra dependerá de si la custodia se establece por tiempos determinados o no.
La custodia compartida conjunta
En este caso, los padres conservan sus derechos y los deberes que conllevan la responsabilidad de la paternidad. En ningún caso se pierde la patria potestad. Los niños viven en un entorno similar al de una familia normal, donde todos comparten las actividades al igual que cuando estaban juntos, solo que los padres viven en distintos domicilios.
Los niños pueden tener dos domicilios, el del padre y el de la madre. O bien pueden ser los padres los que se alternen en un solo hogar para que los niños tengan solo un solo domicilio.
En este caso, el juez puede ser quien determine si el domicilio debe ser el mismo que antes de la separación.
La custodia compartida alterna
En este caso la custodia se alterna por periodos. Podemos hablar de custodia por semanas, meses o lo que el juez crea conveniente teniendo en cuenta la situación de cada padre. El otro progenitor también tendrá el derecho de establecer un régimen de visitas durante ese tiempo.
En cualquier caso, tanto en la custodia conjunta como en la alterna, no existe la pensión alimenticia. Ambos progenitores se hacen cargo de todos los gastos por partes iguales. Puede caber la posibilidad de que durante el periodo en que uno de los padres está con sus hijos, éste se encargue de los gastos generados en dicho periodo. Ese es un compromiso que debe establecerse y aprobarse por el juez.
Lo cierto es que la custodia compartida se considera la mejor opción para los hijos, siempre y cuando las circunstancias sean normales. Esto ayuda a evitar carencias, trastornos psicológicos o de atención en los estudios para los niños.
El hecho de poder seguir con una vida en familia supone un gran paso hacia el bienestar familiar tras una separación o un divorcio.
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